El cuento de hoy no es sobre la
receta, es sobre el ingrediente de la receta: Una fresa.
Hace años, cuando me vine a vivir
a Cantabria, quise hacer un huerto en un trocito de prado que tengo en mi
cabaña, en el valle del Pas. De hortelana se podría decir que no ejercí mucho
en Madrid, mi experiencia con las tareas sobre preparar la tierra, plantar,
abonar y recolectar eran más bien escasas.
Mi madre siempre dice que soy una
ilusa y haciendo gala de ello y para no quitarle razón… decidí ponerme manos a
la obra.
Como gran profesional del sector,
compré plantas de fresa en un vivero, muy amablemente me explicaron (al ver con
quien estaban tratando), que convenía poner un plástico negro sobre el terreno
y hacer un agujero para cada plantita.
“Como ya sabrá usted… se hace
para aislar, evitar el crecimiento y salida de malas hierbas y como hay muchas
babosas se evita en parte que se coman las plantas”.
Y allí me planté, con mis guantes
de florecitas, mi cesta con ribete verde, mi plástico negro y mis plantitas de
fresas. Creo que los pasiegos que pasaron por allí todavía deben estar a
carcajadas.
Pasé una tarde estupenda
saboreando mentalmente mis fresas, orgullosísima de poder comer unas fresas con
sabor a fresas, sin tratar, sin nevera….
Ni una, no pude comer ni una.
Supongo que conseguí evitar a la
temida babosa, pero la hortelana del cuento vive en Santander, va a la cabaña
los fines de semana que puede y no pensó en los pájaros, topos, ardillas,
cabras, vacas y demás bichos que pasean a sus anchas por allí de lunes a
sábado, para los que un plástico negro extendido en el terreno tiene el mismo
significado que los límites de propiedad que constan en las escrituras.
Fresas no conseguí, pero me llevé
una lección importante: El huerto se queda para cuando me jubile.
Tengo la sensación de que hay una
vaca que sonríe cuando me ve, seguro que fue ella.
De manera que utilizaremos fresas
compradas para preparar ésta receta que luego nos servirá en
muchísimos postres, aderezar un plato de frutas para una cena ligera o aliñar
una ensalada. El coulis es una especie de sirope que se puede preparar con otras frutas.
70 gr. de azúcar.
Zumo de medio limón.
Manos a la obra:
1. Lavar y quitar el rabito verde a las fresas.
2. Echar todos los ingredientes en el vaso de la batirdora y
batir.
3. Pasar por un colador o un chino si queréis quitar las
pepitas.
Guardar en un bote de cristal y al frigorífico, lo usaremos en un par de días con el siguiente cuento.
Y colorín, colorado, ésta receta se ha acabado...