Ir al contenido principal

Érase una vez... Crema de calabacín.


Hoy nuestra Cuentista se va a remontar al primer cuento que escribió para el blog….Patatas en “to” crudo.

En ese cuento relataba que en su familia son todos toledanos y que allí se comen la última sílaba de las palabras. Por eso “todo” se convierte en “to”.

Pues bien, aún hay más… la mamá Cuentacuentos tiene su propio vocabulario y utiliza palabras a la juliana (no por la técnica del corte, es porque se llama Julia) y entre ellas está el calabacino. Singular de calabacinos.

El padre de la Cuentista lleva toda la vida intentando que quite la “o” y deje a la pobre hortaliza su nombre real, pero no hay forma…

Tengo tantas recetas de calabacín que me estoy planteando dedicar todo un mes a esa hortaliza y así lo podremos disfrutar crudo, al horno, a la plancha o en crema… que es mi elección para la entrada de hoy.

Todos los que preparan crema de calabacín están en posesión de la mejor crema de calabacín del mundo, nadie la prepara mejor. Y todos utilizan un ingrediente que debe ser el secreto a voces de la crema de calabacín: Unos quesitos.

Y como la Cuentista no es menos que los demás… hace la mejor crema de calabacín del mundo y os la trae hoy aquí para que veáis su arte.

Hace unas semanas, Shelma (de quién os hablé en la entrada de las hierbas aromáticas) se llevó al Minichef a comer a su casa, para que pudieran comer juntos los dos pequeños y preparó para ellos una crema de calabacín, la mejor del mundo... ofcors.

Por la tarde quedamos a tomar un café y hacer trasvase de niño.

Shelma y yo siempre comentamos que César e Ismael son “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio” y charlando un poco sobre cómo se habían portado, Shelma me dijo que habían comido una crema de calabacín, que se lo había comido todo, todo, todo y que le había gustado muchísimo. Normal teniendo en cuenta que es la mejor crema del mundo y que echa unos quesitos.

Jamás he preparado la crema de calabacín al Minichef, no tengo vergüenza y he puesto solución al problema. Mi ego de madre coraje con blog de cocina no puede permitirse tamaño despropósito… faltaría más…

De manera que he preparado mi propia versión del plato, con mis tuneados personales y realmente debo decir que es la mejor crema de calabacín del mundo. Por dos motivos:

  1. Un ingrediente secreto… Shhhh, no digáis nada pero yo añado unos quesitos al final.
  2. Utilizo calabacino, nada de calabacín. Ese es el secreto de la madre Cuentacuentos y me lo transmitió cuando era muuuuucho más joven.
De la despensa:
(para cuatro personajes)

2 calabacines no demasiado grandes (unos 700 gr.).
La parte blanca de un puerro o dos (unos 200 gr.)
2 chalotas (opcional).
1 ó 2 dientes de ajo.
Tres cucharadas soperas de aceite.
Sal.
Una cucharada de mantequilla.
1 pellizco de nuez moscada.
1 pellizco de pimienta.
Quesitos (unos 6).
Agua (alrededor de medio litro).


Manos a la obra:
1. Picar los dientes de ajo en brunoise pequeña. 
2. Limpiar los puerros y las chalotas, cortarlos en láminas. 
3. Pelar (yo dejo partes sin pelar) y trocear el calabacín en paisana.
(Ahí queda eso... que no se diga que no usamos lo aprendido)
4. Echar en una cazuela el aceite de oliva y la mantequilla, cuando coja temperatura echar los ajos.
5. Antes de que los ajos se hayan dorado añadir los puerros y la chalota.
6. Añadir un poquito de sal y rehogar a fuego medio. Cuando se ve la verdura pochada se añade el calabacín, dejar todo un par de minutos.
7. Añadir el agua y las especias. Dejar cocer hasta que todas las verduras estén blanditas. Corregir de sal.
8. Batir todo con una batidora eléctrica (o un pasapurés) y pasar por un chino si queréis que os quede una crema muy fina.
9. Volver a echar en la cazuela todo y agregar los quesitos. Ir removiendo la mezcla para que se integren y se fundan. Hay que tener cuidado porque la crema salta mucho cuando alcanza temperaturas altas.

Moraleja: En lugar de agua se puede añadir caldo, si os gusta más ligera se puede añadir más agua o un poquito de nata líquida.
A la hora de servir, queda muy bien añadir un poco de perejil picado o cebollino por encima, para la de la foto puse un poquito de cebolla frita (comprada).

Y colorín, colorado... esta receta se ha acabado.

Entradas populares de este blog

Érase una vez... Ratatouille

Érase una vez una Cuentista a la que le encantaban los carteles colgantes de las tiendas. Le resultan evocadores, imagina a los dueños ilusionados colgando en la fachada los inicios de un sueño. Reservar. Ya sabéis que la vida de nuestra Cuentista está llena de casualidades que luego os va relatando en sus cuentos. Pues la casualidad ha hecho que la receta de esta semana no pueda ser otra. Muchas veces nuestra pequeña Cuentista tiene dudas sobre qué plato preparar y qué cuentos contar, pues esta semana no. Hace apenas unos días nuestra Cuentista fue a visitar el lejano reino en el que vive su hermano con su familia. La primera mañana  la Cuentista dejó a su Minichef y a la Minicuentista jugando mientras preparaba la comida, de pronto agudizó el oído. Un raro silencio se oía en la casa y eso era algo muy inusual cuando se juntaban los dos primos. Se dirigió al salón y al entrar vio que se habían puesto una película de dibujos: “Ratatouille”. Y tuvo una idea. Al día

Érase una vez... Patatas Hasselback.

Érase una vez… un zagal que la vida convirtió en abuelo. Cuando se jubiló quiso recuperar parte de su niñez perdida y decidió volver a vivir en el campo, pero ésta vez iba a hacerlo para él mismo, sin ovejas ni señorito. La época de “Los Santos Inocentes” y  la “Milana bonita” habían terminado hacía mucho tiempo. Decidió hacerse con un terreno, disfrutar del aire de la montaña y vivir tranquilo en una casita en el campo. En el terreno “echó unas gallinas”, como ya sabréis muchos por la receta del pollo a la zorra y sembrar para tener su propia huerta. Entre otras hortalizas… el primer año sembró unas patatas. Mimoseó las plantas, probó con distintos trucos para evitar el escarabajo que echa la flor y tras todos sus trasiegos llegó la temporada de recogerlas. Qué felices caminaban por la carretera que lleva a la huerta los dos abuelos y su nieto Ismael… con su bolsita de plástico en la mano para guardar todas las patatas recolectadas. Con las primeras que cogie

Érase una vez....Bizcocho de los diez días

  Hace años escribí este cuento y lo tenía a la espera de publicar. Hoy es el día para hacerlo. Es para ti y para ella Selma. Érase una vez... en un tiempo bastante lejano una Cuentista que se topó con información sobre un bizcocho para el que se necesita que una persona te entregue la masa de arranque, la persona que lo recibe debe cuidar la masa y agregar ingredientes durante diez días. El décimo día te encuentras con 4 raciones como la original. Repartes tres y con la cuarta preparas tu bizcocho. Ese bizcocho recibe varios nombres: “Bizcocho del padre Pío”, “de las Hermanas descalzas Clarisas de Sevilla” o “el de los 10 días”. Que nadie se asuste con lo de los 10 días, realmente apenas hay que hacer nada durante ese tiempo. Y lo que son las cosas… una mañana se fue a tomar un café con dos de las madres del Reino, una de ellas es Selma. Selma no venía de muy buen humor ese día: “¡¡No te j… con mi madre, pues no va y me dice que quiere darme un bizcocho de