Nuestra Cuentista no conoce al protagonista
del cuento en persona… Sabe que trabaja en Madrid, que trabaja entre audífonos
y que le gustan las comidas sencillas, el pollo, la pasta…
Pero sobre todo sabe que es una persona
extraordinaria y quiere agradecer con este plato la enorme ayuda que ha
recibido de él.
Muchos de los habitantes del Reino sabéis
que nuestra Cuentista trabaja con personas que tienen problemas de audición, el
protagonista del cuento de la semana pasada os hablaba de Mario Caracciolo… uno
de mis pacientes favoritos… mi guapo italiano que trae sus recetas para que
las pueda compartir con todos vosotros.
Pues bien, hace tres años, al mismo tiempo
que Mario… Manuel entró en mi vida.
Siempre acompañado de Sofía, su dulce y
pausada esposa, tenía problemas con sus audífonos y juntos conseguimos
solucionar su problema y traer el mundo a su vida.
El verano pasado vino, tenía problemas de
nuevo y durante semanas y semanas (tantas que se convirtieron en meses) estuve dando vueltas para
solucionar su caso. Con toda la impotencia del mundo no encontraba solución
para él. Todos los que me conocen saben lo terca y cabezota que soy.
No quise rendirme. Y ahí conocí a Dani…
Bueno… a su voz.
Un par de semanas más tarde tenía un
audífono nuevo en mis manos y una semana después Manuel lo probó.
Su sonrisa me lo dijo todo. De la sonrisa
pasamos a las lágrimas y hubo un momento en que estábamos emocionados los tres.
Manuel porque oía.
Sofía porque veía a su marido de nuevo
integrado en el mundo.
Y yo… con la piel de gallina y el vello
erizado porque veía a los dos mirarme con lágrimas en los ojos.
No llamé a Dani tal cómo me había
comprometido a hacer, sé que pensará que soy una desagradecida. Pero no lo soy.
En mi mente ya había cuajado
la idea de escribir un cuento de agradecimiento, hacer un hueco para él en mi
reino, no quería un simple gracias telefónico que se lleva el tiempo…
Junto a
Jezabel, mi cómplice y ángel de la guarda... he conseguido averiguar que Dani es un chico de gustos
sencillos y que sus platos favoritos son el pollo y la pasta.
Y aquí está Dani. Un cuento y una receta que Sofía me ha dado para ti, el plato favorito de Manuel es precisamente este, al igual que a ti le encanta el pollo y me dijo que comería estos muslos todos los días de su vida.
También me dijo que nadie los prepara como Sofía... he hecho mi intento y ahí van para ti.
Gracias.
Moraleja: Dani... supongo que supondrás que Manuel y Sofía te agradecen muchísimo lo que has hecho y después de esto supongo que supondrás que los problemas se han solucionado.
De la despensa:
(para 4 duendes)
8 jamoncitos de pollo.
4 dientes de ajo.
Harina (no pongo cantidad porque es para rebozar)
Sal.
Vino blanco.
Pimienta blanca molida.
Aceite.
Manos a la obra:
1. Salar los jamoncitos de pollo.
2. En una sartén echar un dedo de aceite y poner a calentar, echar los dientes de ajo sin pelar y una cucharada de harina. Remover.
3. Pasar los jamoncitos de pollo por harina y echarlos en la sartén una vez el aceite esté caliente.
4. Bajar la temperatura a fuego medio para que la carne se cocine por dentro.
5. Una vez dorados los muslos, sacarlos del aceite, colocarlos en un plato y echar la pimienta blanca por encima de la carne. Sofía me dijo que en este paso está el truco de la receta, echar la pimienta una vez dorados.
6. En una cazuela echar el vino blanco, cuando coja temperatura se añaden los muslos y se deja reducir el alcohol del vino mientras se cuece la carne. El vino se irá espesando con la harina del rebozado y queda una salsa deliciosa.
Y colorín, colorado... ésta receta se ha acabado.