Ir al contenido principal

Érase una vez... La harina.


Nada… ni caso debéis hacerme algunos días.

Por algún motivo que no termino de comprender me ha dado por meteros los viernes unos rollos insufribles sobre ingredientes… y hoy os toca la harina.

Érase una vez una Cuentista cabezota y terca, un buen día fue a comprar harina y al ver cómo se han ido llenando las estanterías de los supermercados con todo tipo de harinas y mezclas pensó en intentar explicar las diferencias entre unas y otras.

La harina es el polvo que se obtiene al moler las semillas de algunas gramíneas como el trigo, el arroz, el maíz… o de algunos tubérculos y legumbres.

No me planteo hablar de todas ellas y me voy a centrar en la que más usamos en todas las casas, la de trigo.

La harina de trigo está compuesta en su mayor parte por almidón (70%), proteínas (entre un 9% y un 12%), grasas, agua y minerales. La cantidad de proteína es la que hace que una harina se considere de fuerza o no.

Palabras mayores, lo sé, me consta. He pronunciado las palabras mágicas… harina de fuerza.

¿Qué es una harina de fuerza? ¿Para qué se usa? ¿Cómo decidir si usar harina floja o de fuerza?

Pues aquí tenéis a una alocada Cuentista que pretende dar respuesta a una de las grandes incógnitas de la humanidad.

Para no mataros de aburrimiento… voy a empezar contando una curiosidad de las mías…

La harina de fuerza proviene de granos de trigo duro, también se puede llamar harina de primavera porque se obtiene de trigos sembrados en esa época o harina de flor porque se utiliza un sistema especial de molienda en la que sólo se aprovecha el centro del grano… “la flor”.

La harina floja o harina de invierno procede de los granos de trigo sembrados en invierno… obviamente.

La diferencia fundamental entre las dos harinas y sus usos está en la cantidad de proteína que tienen en su composición, esa proteína principalmente es el gluten.

A mayor cantidad de gluten mayor fuerza.

A mayor fuerza, mayor capacidad para absorber agua y como bien dice su nombre… mayor resistencia a ser estirada.

Cómo base fundamental para que empecemos a aclararnos os voy a dar unas normas muy sencillas:

1. Para las masas (saladas o dulces) que llevan levadura natural (de panadería o fresca) se utiliza harina de fuerza, las levaduras son unas devoradoras de azúcar y producen gases (cómo los humanos con las legumbres). Esa gasificación hace que si utilizamos una harina sin fuerza la masa pierda consistencia y se caiga.

2. En masas que llevan mucha grasa se utiliza harina de fuerza ya que la grasa contrarresta el efecto de la proteína… si en una harina de poca fuerza metemos grasa… la masa se nos quedará blandita, sin consistencia y espachurrada.

3. No debemos confundir jamás masa gasificada por fermentación de las levaduras naturales, con una gasificada por impulsores químicos (levadura Royal).

Dicho esto... La harina de fuerza es la que debemos utilizar para masas resistentes que llevan grasa o azúcar y que requieren el uso de levaduras naturales, fermentación y amasados.

La harina floja se estira con más facilidad, por eso es la que se usa con levadura química o con batidos prolongados que meten aire en la masa y hacen innecesario el gasificante, como ocurre con el bizcocho básico de tartas, los crêpes, magdalenas… La harina floja se usa para masas que no deban ser elásticas ni encoger…

¿Queremos que unos churros queden elásticos? Nooooo… pues harina floja.

Queremos hacer una masa de hojaldre que lleva varios millones de kilos de mantequilla y levadura fresca… ¿Qué harina usaremos? Pues la de fuerza, porque con la floja se nos quedaría un potito de harina.


Os he preparado un minicuadro para simplificar todo esto más:


Churros
Crêpes
Gofres
Masa quebrada
 Harina flojaBizcochos con levadura química.
Magdalenas
Sobaos
Buñuelos

  
Masas para pizzas
Masas de hojaldre
Croissants
Harina fuerza/media fuerza      Roscones de Reyes
Bollería con levadura natural
Panes
Donuts y donettes

Moraleja: Ya hemos hablado un poco de las levaduras, otro tanto de las harinas... dentro de poco nos toca hablar de las masas que es el punto al que una servidora quería llegar, pero antes me gustaría haceros una pregunta...

Entradas populares de este blog

Érase una vez... Ratatouille

Érase una vez una Cuentista a la que le encantaban los carteles colgantes de las tiendas. Le resultan evocadores, imagina a los dueños ilusionados colgando en la fachada los inicios de un sueño. Reservar. Ya sabéis que la vida de nuestra Cuentista está llena de casualidades que luego os va relatando en sus cuentos. Pues la casualidad ha hecho que la receta de esta semana no pueda ser otra. Muchas veces nuestra pequeña Cuentista tiene dudas sobre qué plato preparar y qué cuentos contar, pues esta semana no. Hace apenas unos días nuestra Cuentista fue a visitar el lejano reino en el que vive su hermano con su familia. La primera mañana  la Cuentista dejó a su Minichef y a la Minicuentista jugando mientras preparaba la comida, de pronto agudizó el oído. Un raro silencio se oía en la casa y eso era algo muy inusual cuando se juntaban los dos primos. Se dirigió al salón y al entrar vio que se habían puesto una película de dibujos: “Ratatouille”. Y tuvo una idea. Al día

Érase una vez... Patatas Hasselback.

Érase una vez… un zagal que la vida convirtió en abuelo. Cuando se jubiló quiso recuperar parte de su niñez perdida y decidió volver a vivir en el campo, pero ésta vez iba a hacerlo para él mismo, sin ovejas ni señorito. La época de “Los Santos Inocentes” y  la “Milana bonita” habían terminado hacía mucho tiempo. Decidió hacerse con un terreno, disfrutar del aire de la montaña y vivir tranquilo en una casita en el campo. En el terreno “echó unas gallinas”, como ya sabréis muchos por la receta del pollo a la zorra y sembrar para tener su propia huerta. Entre otras hortalizas… el primer año sembró unas patatas. Mimoseó las plantas, probó con distintos trucos para evitar el escarabajo que echa la flor y tras todos sus trasiegos llegó la temporada de recogerlas. Qué felices caminaban por la carretera que lleva a la huerta los dos abuelos y su nieto Ismael… con su bolsita de plástico en la mano para guardar todas las patatas recolectadas. Con las primeras que cogie

Érase una vez....Bizcocho de los diez días

  Hace años escribí este cuento y lo tenía a la espera de publicar. Hoy es el día para hacerlo. Es para ti y para ella Selma. Érase una vez... en un tiempo bastante lejano una Cuentista que se topó con información sobre un bizcocho para el que se necesita que una persona te entregue la masa de arranque, la persona que lo recibe debe cuidar la masa y agregar ingredientes durante diez días. El décimo día te encuentras con 4 raciones como la original. Repartes tres y con la cuarta preparas tu bizcocho. Ese bizcocho recibe varios nombres: “Bizcocho del padre Pío”, “de las Hermanas descalzas Clarisas de Sevilla” o “el de los 10 días”. Que nadie se asuste con lo de los 10 días, realmente apenas hay que hacer nada durante ese tiempo. Y lo que son las cosas… una mañana se fue a tomar un café con dos de las madres del Reino, una de ellas es Selma. Selma no venía de muy buen humor ese día: “¡¡No te j… con mi madre, pues no va y me dice que quiere darme un bizcocho de