Reabro “Cuentos de sal y pimienta” después de las vacaciones de verano con la otra parte de la madre Cuentacuentos. Érase una vez un padre que se iba a trabajar por las noches y dejaba a sus dos hijitos acostados en su cama… deseando escuchar los cuentos de su mamá mientras se dormían. Y es imposible hablar del marido Cuentacuentos y pasar por alto su pueblo y las historias que salen de ahí, toda mi niñez está unida a esas calles porque he pasado muchos veranos “a la verano azul” en él. EL PRIMER CUENTO Érase una vez un niño que nació y vivió los primeros años de su vida en un pueblo muy pequeñito de Toledo. Cuenta la leyenda que el nombre del pueblo se debe a un moro que vivió por aquellos lares y tenía por nombre Alejo. Las Navas del moro Alejo y la manía que tenemos en Toledo de acortar las sílabas hicieron que “Las navas del moro Alejo” se convirtiera con el paso del tiempo en Navalmoralejo. El pueblo está metido entre los montes de Toledo, rodead...
Érase una vez... Una madre que siempre echaba la cantidad correcta de sal en la comida y contaba cuentos maravillosos a sus hijos por la noche. Al anochecer cuando el padre se iba a trabajar, acostaba a sus dos hijitos con ella, uno a cada lado mientras decía: “¿Queréis que os cuente un cuento de sal y pimiento?” Muchísimos años después me gustaría mezclar esos ingredientes y compartir con vosotros el gusto por la cocina y los cuentos de la vida.