Érase una vez un reino en el que las flores eran especiales, mágicas y dulces… El reino creado por la Cuentista tiene una base toledana, de allí somos todos y de la tradición de esa cocina vienen gran parte de nuestros platos. Hace muchos años, en todas las casas de pueblo se hacían los dulces caseros con las recetas tradicionales de la familia, rosquillas, buñuelos, pestiños… dulces que normalmente preparaban abuelas, madres e hijas por las tardes en familia. Hoy os traigo una de ellas, la madre Cuentacuentos sigue haciéndola de vez en cuando y salen tal cantidad de flores que hay que compartirlas sí o sí… y como compartir es un gesto de amor... no podemos pedir mucho más para nuestro Reino. Para hacerlas se necesita una herramienta especial que podemos encontrar fácilmente en cualquier ferretería (o en Amazon, pincha aquí para comprarla). Normalmente se utilizaban dos moldes para que el proceso fuera más rápido ya que suelen salir bastantes...
Érase una vez... Una madre que siempre echaba la cantidad correcta de sal en la comida y contaba cuentos maravillosos a sus hijos por la noche. Al anochecer cuando el padre se iba a trabajar, acostaba a sus dos hijitos con ella, uno a cada lado mientras decía: “¿Queréis que os cuente un cuento de sal y pimiento?” Muchísimos años después me gustaría mezclar esos ingredientes y compartir con vosotros el gusto por la cocina y los cuentos de la vida.