Tatatachán, tatatachán.....
No quepo en mi regocijo culinario. Estoy sorprendida y orgullosa con ésta receta. Definitivamente hay que quitar el "novato" al cocinero novato, o poner un "ex" delante de cocinero.
Os recuerdo que después de ver las tortitas estrelladas que consiguió hacer, cedí un hueco al ex cocinero novato para que nos mostrara su evolución con una receta y aquí están los resultados. Impresionante.
Aquí dejo lo que ha preparado para todos, no he metido mano en nada. La receta, el cuento y la foto han llegado directamente desde Elche a la cocina de "Cuentos de sal y pimienta"
Aquí dejo lo que ha preparado para todos, no he metido mano en nada. La receta, el cuento y la foto han llegado directamente desde Elche a la cocina de "Cuentos de sal y pimienta"
Primeramente agradecer a la señora Cuentista que me haya
cedido Cuentos de sal y pimienta para contar éste rececuento; gracias, gracias,
gracias.
Érase una vez un cocinero novato que nunca se había tenido
que preocupar por cocinar, así que ni era cocinero, ni era novato, ni era “na
de na”. Hasta entonces apenas sabía preparar una pasta al curry que si queréis
os la cuenta en otra ocasión; muy rica por cierto.
Pero la vida da muchas vueltas y un día casi de repente se
encuentra con que se tiene que preocupar de con qué llenar el buche a diario.
En la puerta de casa tenía un sitio de comidas para llevar donde por apenas 3€
tenías ensalada y un plato. Sí, increíble pero cierto. La tentación de no
cocinar ningún día estaba ahí, cerca, acechando a diario. Pero no cayó en ella
y decidió tomárselo como un reto personal: IBA A APRENDER A COCINAR.
Un día la madre del cocinero novato cogió por sorpresa a su
barbudo retoño y lo llevó de la oreja hasta la cocina.
-Hijo mío, hoy vas a aprender a hacer el arroz 1, 3, 18.
(cara de póquer)
-¿1, 3, 18?
-Sí, una medida de arroz, tres de caldo de pescado y 18
minutos de cocción. Quítale la espina a ese rape.
(cara de repóquer)
El barbudo retoño cocinero novato agarró el rape con más
asco que miedo y comenzó a diseccionar mientras su madre se echaba las manos a
la cabeza al ver, tras un despiste, que casi todo el pescado seguía pegado a la
espina.
Su madre iba tan rápido con las instrucciones que casi no
era capaz de seguirlas. Un rato después estaba listo su primer arroz de rape
con gambas. Parecía magia, le resultaba imposible que con sus manitas (y las de
su madre) hubiera sido capaz de hacerlo. Fue una inyección de moral culinaria
espectacular, como el arroz.
Días después, el cocinero novato llamó a la Cuentista y se
lo “cuentó”. Fue ésta quien le dio la clave para hacer el mejor caldo de
pescado que jamás se pueda hacer. Desde entonces lo prepara como lo vais a leer
y nunca falla, NUNCA.
El caldo de la señora Cuentista se prepara con las propias
pieles y cabezas de las gambas que después usaremos en el arroz. “Quicir”,
pelamos las gambas y las ponemos en una sartén con unas gotitas de aceite
(incluidas las cabezas) para hacerlas a la plancha. Sí sí, sólo las pieles y las cabezas, yo también me quedé
ojiplático cuando me lo "cuentó".
Una vez tenemos las pieles bien tostaditas (el olor que
queda en la cocina es mmmmmm rico rico), las machacamos con un palo de mortero
y añadimos el agua. Deberemos echar un poco más de agua que la cantidad de infusión que vamos a necesitar. Allí las tendremos hasta que hierva un par de minutos.
Lo pasamos todo por un colador bien fino y listo. Si el colador no es lo
suficientemente fino, colocaremos una tela de algodón para que no queden restos
“sólidos”. En definitiva, que tendremos
una infusión de pieles de gamba. Así la voy a llamar, “infusión de pieles de
gamba”.
1 Pimiento rojo hermosote.
1 ó 2 colas de rape (aproximadamente 300 o 400 gr.).
225 gramos de arroz (gramos con "m", no granos. No quiero que nadie se ponga a contar) ;))
1 bote de 400 gr. de tomate triturado.
1 sobre de paellero Carmencita.
750 ml. de infusión de pieles de gamba.
Aceite de oliva virgen extra (me apetecía escribirlo así,
todo, ¡qué pasa!).
15 gambas rojas peladas.
Sal.
Manos a la obra:
Podemos prepararlo en sartén, paellera o perol de barro,
como cada uno prefiera; sale bueno sí o sí.
Quitamos la espina y la piel al rape y lo diseccionamos en
tacos de unos 2 o 3 centímetros. Reservar (siempre me ha gustado esta expresión
en las recetas).
Cortamos el pimiento rojo a tiras y lo sofreímos bien, con un poco de sal; es importante
dejarlo bien sofrito (pero no quemado).
Después se añade el tomate triturado con otra pizca de sal y
se deja friendo. Cuando reduce (no sé explicarlo de otra forma) se añade el
caldo CALIENTE y se remueve todo para que el arroz se distribuya bien.
Es ahora cuando colocamos las gambas a una distancia exacta
una de otra de 2 centímetros y medio. Es bromaaaa, ponedlas por ahí “a
revolotón”.
Cuando empiece a hervir bajamos a fuego medio y contamos 18
minutos. Es conveniente remover de vez en cuando (¡ojo! de vez en cuando) para
que no se pegue. Si el fuego no ha estado muy fuerte, a los dieciocho minutos
lo apagamos y tendremos un exquisito arroz listo para disfrutar. Bueno, no tan
rápido, conviene dejarlo reposar cinco minutos antes de servirlo.
Explicación sobre las cantidades:
Yo pongo dos puñados de arroz por persona y siempre uno de
más, porque ya se sabe aquello de que más vale que "zozobre" que no que "zofalte". Si con los puñados de arroz hemos llenado un vaso, necesitaremos tres vasos de infusión.
Explicación del porqué de tanta explicación:
Quiero dedicar esta receta a mi madre por ser tan
maravillosa, sin ella nada sería posible y también a mis dos grandes amigos:
Alfredo y Rosario.
A revolotón era una expresión de Alfredo y Rosario siempre
decía que las recetas nunca estaban lo suficientemente bien explicadas para
quienes no sabían cocinar y tenía razón. Hablo en pasado porque ninguno de los
dos preparará ésta receta. Os quiero, en presente.
Moraleja: Para éste (y otros arroces) si se va a preparar para muchas personas, conviene usar paellera grande, ya que no queda tan rico si la capa de arroz es muy gruesa; moraleja de novato.
Y colorín, colorado... ésta receta se ha acabado.