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Érase una vez... Ensalada Capresse.



Érase una vez una Cuentista que cambiaba de opinión una y otra vez para la receta del 27 de junio… 

Hoy es un día muy especial en su Reino porque  cumple “la cuarentena” el padre del pequeño Minichef y según se hace llamar él mismo: parte contratante de la Cuentista.

Dani no es amigo de aparecer por aquí, prefiere mantenerse en la mesa y limitarse a criticar (sin ningún tipo de criterio porque no pone pegas a nada) los platos que pasean por delante. Pero hoy no puede elegir.

En otro Reino y en un tiempo muy lejano,  la Cuentista y la parte contratante solían cenar en una humilde taberna que había en la aldea en la que vivían. A saber,  un VIPS de Madrid. Y compartían siempre los mismos platos, unas patatas VIPS y una ensalada Louisiana.

Pero llegó el día en el que la Cuentista tuvo que preparar por primera vez una comida en casa para los dos.
Ya os podéis imaginar el miedo pavoroso que tenía a cocinar algo y no quedar en ridículo. Por aquel entonces nuestra pequeña Cuentista apenas sabía preparar media docena de platos. Los nervios atenazaban su estómago y la vergüenza por el posible fracaso no permitían el paso del aire a sus pulmones.

Pues la receta de ese día es la que os traigo hoy.

Después de mucho pensar decidió hacer una ensalada capresse porque era imposible fallar con ese plato. Era una ensalada, por lo que no se jugaba quemar la comida, no se tenía que poner a cocinar en el último momento y sobre todo, jugaba sobre seguro, al ser una ensalada  sabía que sería de su agrado. ERROR.

Con muchísimo esmero, cortó en rodajas perfectas el mejor tomate que pudo encontrar en el mercado. Hizo lo mismo con el queso y preparó una vinagreta con hierbas aromáticas. Fácil y sobre seguro. ERROR.

Cuando la parte contratante llegó a la casa de la madre Cuentacuentos, la mesa ya estaba puesta, una mesa sencilla, en la cocina. La Cuentista no quería comer de “tiros largos”, sabía que la parte contratante era de picoteo, de taberna y cerveza.

Mientras se sentaban a la mesa y colocaba el plato delante comentó: He preparado una ensalada de tomate y queso, con albahaca… espero que te guste. Al ver su cara supo que no había acertado. Aun así y por si quedaba alguna duda… recibió como respuesta un:

“Pues la verdad es que no me gusta mucho el tomate, es algo que no me dice nada.”

¡¡Será posible!! Era una ensalada, comían ensalada siempre que quedaban, ¿en qué se había confundido?

Y en ese momento la Cuentista cayó en la cuenta. La ensalada Louisiana no lleva tomate. ERROR. ERROR. ERROR.

He de reconocer que a día de hoy el tomate es de las hortalizas que más se comen en ésta casa, nos encanta a todos y en todas las formas posibles… pero por aquel entonces el tomate todavía estaba en los “ni fu, ni fa”.

De la despensa:
(Para dos personajes)
Un tomate muy hermoso.
Mozarella de bufala.
Albahaca fresca.
Orégano (opcional).
Aceite.
Vinagre (yo uso de Módena).
Sal Maldon.

Manos a la obra:
1. Echar en un bote con tapa tres partes de aceite, una de vinagre y la albahaca previamente cortada muy picadita. (en juliana muy finita y luego en brunoise muy pequeña…no puedo evitar reírme a carcajadas al escribir esto), si decidís echar el orégano, añadirlo a la mezcla. Agitar para emulsionar. Reservar.

2. Colocar el tomate sobre una servilleta de papel para que no se mueva. Con un cuchillo de pan, cortar el tomate por el centro sin llegar a separarlo en dos mitades. Ir haciendo cortes desde el centro hacia los lados, para que quede como un libro.

3. Echar sal Maldon en cada uno de los cortes y con una cuchara echar un poquito del aliño que teníamos reservado.

4. Cortar la mozarella de buffala en láminas (vamos a hacer uso de todas las técnicas de cortes). Ir metiendo en cada corte del tomate una lámina de mozarella, si el queso se rompe no pasa nada, metéis trozos y listo.

5. Echar un chorro de un buen aceite por encima, unas hojas de albahaca cortada y a disfrutar.

Moraleja: Podéis hacer la ensalada de una manera mucho más sencilla si cortáis el tomate en rodajas, las colocáis en un plato, echáis la sal, el aliño y ponéis la mozarella por encima. No queda tan bonita, pero es infinitamente más sencilla.

 Dentro de poco os traeré la ensalada Louisiana.

Y colorín, colorado... esta receta se ha acabado.

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