No es bonito sentirse diferente si ello significa sentirnos inseguros. Érase una vez una Cuentista que trabajaba en una óptica, con personas con problemas de audición. Los problemas auditivos generan en la persona que los padece muchas inseguridades, aislamiento y en la mayoría de los casos mal humor. Y malhumorado conocí yo a Mario Caracciolo, probablemente el paciente más optimista que conozco y el que mejor humor tiene. Pero el primer día me engañó. Mario es un italiano que a sus 83 años todavía viste trajes claros, boina ligeramente caída sobre un lado y polos de rayas. La primera vez que nos vimos traía su audífono roto y cuando comenté con él que ese audífono ya era muy antiguo y no tenía reparación se enfadó muchísimo conmigo. Se dio la vuelta y me dijo que para lo que había que oír no quería hacer nada, que la solución era que los demás gritaran más y listo. Y se largó dejándome boquiabierta. Dos hora más tarde me llamó Amalia, su mujer. Amalia es una...
Érase una vez... Una madre que siempre echaba la cantidad correcta de sal en la comida y contaba cuentos maravillosos a sus hijos por la noche. Al anochecer cuando el padre se iba a trabajar, acostaba a sus dos hijitos con ella, uno a cada lado mientras decía: “¿Queréis que os cuente un cuento de sal y pimiento?” Muchísimos años después me gustaría mezclar esos ingredientes y compartir con vosotros el gusto por la cocina y los cuentos de la vida.