Érase una vez… un zagal que la vida convirtió en abuelo.
Cuando se jubiló quiso recuperar parte de su niñez perdida
y decidió volver a vivir en el campo, pero ésta vez iba a hacerlo para él mismo, sin ovejas ni señorito. La época de “Los
Santos Inocentes” y la “Milana bonita” habían terminado hacía mucho tiempo.
Decidió hacerse con un terreno, disfrutar del aire de la
montaña y vivir tranquilo en una casita en el campo.
En el terreno “echó unas gallinas”, como ya sabréis muchos
por la receta del pollo a la zorra y sembrar para tener su propia huerta. Entre
otras hortalizas… el primer año sembró unas patatas. Mimoseó las plantas, probó
con distintos trucos para evitar el escarabajo que echa la flor y tras todos
sus trasiegos llegó la temporada de recogerlas.
Qué felices caminaban por la carretera que lleva a la
huerta los dos abuelos y su nieto Ismael… con su bolsita de plástico en la mano
para guardar todas las patatas recolectadas.
Con las primeras que cogieran la abuela quería preparar una
ensaladilla y dar a su hija Cuentista unos kilos para que no tuviera que
comprarlas.
Y allí se plantaron los tres.
El abuelo cogió la azada para ahuecar la tierra y sacar la
primera patata mientras su familia miraba con carita ilusionada…
¡Qué hermosura! ¡Qué preciosidad! ¡Qué patata más pequeña!
Debía pesar la friolera de 5 gramos , muy bien
formada… eso sí… pero era del tamaño de una cereza un poco gorda y así fueron
todas las patatas que recolectaron ese año.
Cocer… lo que se dice cocer… no cocían bien, se quedaban
perfectamente duras y tiesas.
Freír… lo que se dice freír… no freían bien porque
absorbían todo el aceite y se quedaban aceitosas.
Hornear… lo que se dice hornear… no horneaban bien
porque se quedaban como canicas, al caer al suelo sonaban a piedra.
Pero Ismael fue tan feliz entregando a su madre Cuentista
la primera patata de la huerta que todo el trabajo mereció la pena.
De los errores se aprende y para el año que viene otro
gallo cantaría.
De la despensa:
(Para cuatro duendes)
4 patatas medianas de unos 150gr. cada una. Intentad elegir patatas igualadas de tamaño y ovaladitas.
12 lonchas de bacon.
Una bolsa de queso rallado.
50gr. de mantequilla a temperatura ambiente.
1 diente de ajo pequeño.
1/2 cucharadita de orégano.
Pimienta.
Sal Maldón.
Manos a la obra:
1. Lavar muy bien las patatas ya que nos comeremos la piel.
2. Debemos cortar rodajas en la patata sin llegar a cortar del todo, se trata de hacer un acordeón.
Para ello hay varios sistemas... el que yo uso es: Colocar una de las patatas sobre dos palillos chinos o dos lápices, hacer rodajas con un cuchillo bien afilado. De este modo cuando el filo del cuchillo llega a los palillos, estos nos hacen tope y no se corta toda la rodaja hasta el final. Es tan sencillo que en casa lo hace Ismael.
Otro sistema consiste en atravesar con una brocheta la patata por la parte inferior, al cortar la rodaja el cuchillo hace tope y no la corta hasta el final.
3. En un mortero machacar el diente de ajo, añadir la pimienta, el orégano y mezclar con la mantequilla hasta formar una pasta.
4. Cortar las lonchas de bacon en trozos del tamaño de nuestra patata, también se pueden usar taquitos de bacon cortados.
5. Con una cuchara ir echando un poquito de la pasta en cada corte de la patata, un poquito de queso rallado y colocar un trozo de bacon (o unos taquitos si hemos elegido esa opción).
6. Con una brocha pincelar la patata con un poquito de nuestra pasta de mantequilla y echar un poco de sal Maldon por encima. Ir colocándolas en una bandeja de horno (yo las pongo en un pirex porque no suelo colocar nada directamente sobre la bandeja).
7. Meter en el horno precalentado a 180º calor arriba y abajo. Pasados 10 minutos bajar la temperatura del horno a 160º y 30 minutos después podremos disfrutar de ésta maravilla.
Moraleja: Se puede sustituir la mantequilla por aceite (yo lo hago).
La receta original de estas patatas sólo lleva mantequilla, ajo en láminas y sal. Con salmón quedan deliciosas... con bonito también... echad imaginación porque es una receta muy resultona y la patata admite de "to".
Y colorín, colorado... ésta receta se ha acabado.