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Érase una vez... un plato de zapato.



Hoy quiero preparar un plato muy especial, un plato que solo ha necesitado un ingrediente: Una pizca de mi corazón.

Hace unas semanas, mientras esperaba en la puerta del cole a que saliera el peque, me acerqué al escaparate de una tienda que me encanta: MANIPULADOS SOLIDARIOS (ya os hablaré de ella y su funcionamiento otro día porque también está unida a la cocina).

Tenían un plato precioso del que me enamoré al instante, al bajar la vista pude leer un cartelito en el que ponía: Hecho por disminuidos psíquicos profundos. Y todo yo se convirtió en un pensamiento: Mi tío Luis.

Mi tío Luis murió hace dos años, en mi mes: diciembre. El mismo mes que me trajo a mí se lo llevó a él. Era el hermano de mi madre y padecía una deficicencia mental: Oligofrenia.
Mis abuelos murieron muy jóvenes por lo que mi madre y mi tía se hicieron cargo de su hermano y adquirieron el compromiso de hacerlo para el resto de sus vidas y así fue. Compartieron toda su vida y la de las familias que formaron con él.
Toda mi niñez, la de mi hermano Pablo y la de mis primos Yuly, Rober, Mario y Óscar está unida por hilos de cariño absoluto a él, mi tío era la inocencia y la bondad en estado puro.

Según la enciclopedia, la oligofrenia es el impedimento para el desarrollo de la inteligencia, pero mi tío consiguió aprender el oficio de zapatero y se dedicaba al arreglo de zapatos en casa. Cobraba una miseria por ello y guardaba todo lo que sacaba para poder tener un billete grande, un billete de las antiguas 5.000 pesetas. Jamás se gastó uno. Todos los billetes grandes eran para nuestros cumpleaños. Cuando se iba acercando la fecha, nos llamaba a su habitación, sacaba su billetero y lleno de orgullo nos  enseñaba el billete grande.

Ya podéis imaginar que mi hermano y yo siempre llevábamos los zapatos impecablemente limpios al cole, porque mi tío cuando no sabía qué hacer nos preguntaba con esa manera tan peculiar de hablar entre dientes que tenía: ¿Te limpio los zapatos?

Muchas veces hemos comentado en casa que cuando la enfermedad deterioró su estado dejó de limpiar los zapatos y ese fue el signo inequívoco de que la cosa no iba bien.

Hoy es su cumpleaños.

De la despensa:
Mis zapatos rojos favoritos
Un plato que me enamoró a primera vista
Una familia

Manos a la obra:
Mantenernos unidos

Y colorín, colorado, esa vida sigue a mi lado.


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