Érase una vez... un pequeño poco goloso.
Mi minichef no es un gran amante de los dulces, desde muy pequeño su chocolate favorito es el de 70% mínimo de cacao.
Supongo que es por eso por lo que los "after eight" le gustan a rabiar. Chocolate negro con el frescor de la menta, un bombón que también enloquece a la madre Cuentacuentos.
Tal vez sea algo genético que salta una generación ya que a nuestra cuentista no le gusta el chocolate. Encontró ésta receta por casualidad y se dedicó a hacer pruebas hasta encontrar el sabor "after eight" en un bocado. Hoy traigo la versión final, el éxito absoluto.
Y lo supo al abrir el horno.
Al abrirlo se convirtió de nuevo en una niña de 7 años... El vapor del horno llevó la esencia de la menta por el aire y al subir hizo que se le abrieran las vías respiratorias y los ojos se le llenaran de las lágrimas provocadas por la fuerza de la menta.
Supongo que es por eso por lo que los "after eight" le gustan a rabiar. Chocolate negro con el frescor de la menta, un bombón que también enloquece a la madre Cuentacuentos.
Tal vez sea algo genético que salta una generación ya que a nuestra cuentista no le gusta el chocolate. Encontró ésta receta por casualidad y se dedicó a hacer pruebas hasta encontrar el sabor "after eight" en un bocado. Hoy traigo la versión final, el éxito absoluto.
Y lo supo al abrir el horno.
Al abrirlo se convirtió de nuevo en una niña de 7 años... El vapor del horno llevó la esencia de la menta por el aire y al subir hizo que se le abrieran las vías respiratorias y los ojos se le llenaran de las lágrimas provocadas por la fuerza de la menta.
Recordó a su madre. Como tantas otras niñas nacidas allá por los 70, cuando se ponía malita y estaba en cama veía llegar a la madre Cuentacuentos por la noche con el tarro de "Vicks vaporub". Con todo el amor de madre se lo echaba por el pecho y colocaba un pañuelo calentito debajo del pijama para que respirara mejor.
Me encantaba el vapor que emanaba de ese paño caliente colocado bajo mi pijama. Al olor de las galletas recordé su cara al cuidarme y ahora sé que Ismael también ve esa cara en mí cuando cuido de él.
He conseguido meter en una galleta el sabor de los bombones favoritos de mi pequeño... y el recuerdo de mi madre cuando me cuidaba. Por eso sé que he conseguido el éxito absoluto.
Me encantaba el vapor que emanaba de ese paño caliente colocado bajo mi pijama. Al olor de las galletas recordé su cara al cuidarme y ahora sé que Ismael también ve esa cara en mí cuando cuido de él.
He conseguido meter en una galleta el sabor de los bombones favoritos de mi pequeño... y el recuerdo de mi madre cuando me cuidaba. Por eso sé que he conseguido el éxito absoluto.
Moraleja: El tiempo de horneado ha pasado varias pruebas y críticas, por goleada ganaron las de 12 y 13 minutos de horno. Con 10 minutos quedan con textura más blandita y con 12 crujientes. A gustos.
He de deciros que si conseguís que duren dos días... ganan mucho en sabor.
35 gr. de cacao en polvo.
1 cucharadita de levadura química (Royal)
100 gr. de mantequilla a temperatura ambiente.
175 gr. de azúcar moreno.
1 cucharadita de extracto de vainilla.
10 gotas de esencia de menta. (1/4 de cucharadita)
1 huevo grande.
125 gr. de chocolate negro, yo lo compro en gotas. Si lo usáis en onzas, tendréis que romperlo o rallarlo grueso antes de usarlo.
Manos a la obra:
Vamos a necesitar dos recipientes, si no son iguales... utilizar el mayor para la mezcla de mantequilla y azúcar.
1. Batir la mantequilla con el azúcar en el recipiente más grande. Añadir la vainilla, la esencia de menta y el huevo. Mezclar.
2. En otro recipiente mezclar la harina, el cacao en polvo y la levadura.
3. Ir echando la mezcla de harina en el recipiente de la mantequilla, hay que hacerlo en tres o cuatro veces para mezclarlo poco a poco y no formar un engrudo difícil de manejar.
4. Echar el chocolate en gotas/rallado y mezclar con una espátula para que se mezcle y reparta con el resto de la masa.
5. Formar las galletas y colocarlas en una bandeja de horno forrada con papel. Hornear 12 minutos a 180º.
6. Enfriar sobre rejilla ¡y listas!
Y colorín, colorado... ésta receta se ha acabado.