Érase una vez un reino de cuentos y recetas, era
un mundo creado por una Cuentista.
Todos los personajes son reales y dos de ellos
son, como todos sabéis, sus padres: La madre Cuentacuentos y el pequeño pastor de
un pueblo de Toledo.
Las vidas difíciles llenas de bandazos suelen
hacer que se envejezca rápido y que las penurias se dibujen en el rictus, pero ellos son especiales, con vidas complicadas, llenas de penurias, estos dos personajes no lo reflejan, crearon una familia basada en besos y
abrazos, en el cariño y en la protección, una familia unida desde la raíz.
Durante años el pequeño pastor se encargó de
preparar el desayuno de los domingos, el único día que podía desayunar con sus
dos peques.
Los desayunos domingueros han pasado por varias
fases, todas ellas merecedoras de un cuento… Cuentos que podréis leer con
recetas sencillas que ese pequeño pastor tiene el don de hacer especiales, desde tortillas francesas con jamón hasta gambas al ajillo y cortecitas de pollo...
De unos años a esta parte toca desayunar churros,
mi padre los prepara y los reparte entre los vecinos, porque uno de los
ingredientes principales de la cocina de mi padre es la generosidad, la usa de
manera indiscriminada. Pensándolo bien… es el ingrediente fundamental de su
vida.
Realmente la receta de los churros y el método
para hacerlos es obra de la madre Cuentacuentos, pero el pastor se adueñó un
domingo de la churrera y desde entonces mi madre se deja querer.
Y sobre todo nos dejamos querer todos en casa, entre ellos mi hijo. Los churros son su desayuno favorito, los que se preparan en casa de los abuelos son los mejores del mundo mundial. Son tan estupendos que la primera vez que los hice, para describirlos dijo: Mami, están más ricos que los que hace el abuelo.
Sé que no es cierto, ¡¡pero se me hinchó el pecho de orgullo!!
Hoy comparto con vosotros esta receta, con ella estrenamos el 2019, aunque no es domingo hoy tenemos a mi padre preparando churros en casa de mi hermano. Estáis todos invitados.
¡¡Feliz año nuevo!!
Y sobre todo nos dejamos querer todos en casa, entre ellos mi hijo. Los churros son su desayuno favorito, los que se preparan en casa de los abuelos son los mejores del mundo mundial. Son tan estupendos que la primera vez que los hice, para describirlos dijo: Mami, están más ricos que los que hace el abuelo.
Sé que no es cierto, ¡¡pero se me hinchó el pecho de orgullo!!
Hoy comparto con vosotros esta receta, con ella estrenamos el 2019, aunque no es domingo hoy tenemos a mi padre preparando churros en casa de mi hermano. Estáis todos invitados.
¡¡Feliz año nuevo!!
De la despensa:
Un vaso de harina.
Un vaso de agua.
½ cucharadita de sal.
Manos a la obra:
1. En un cazo se pone a calentar el agua con la
sal.
2. Cuando el agua hierva a borbotones, esto es
muy importante, se echa la harina.
3. Retiramos del fuego y mezclamos.
No importa que quede grumosa y con aspecto poco
apetecible, os aseguro que quedarán deliciosos ¡¡si habéis echado la harina
cuando el agua estaba cociendo a borbotones!!
Moraleja: Es indispensable la churrera (pincha aquí para comprar la que usamos nosotros), mi abuela
los preparaba a mano y garantizo que coger la masa caliente para
intentar formar una especie de buñuelos es desagradable por dos cosas: Te quemas
y se te pega la masa por todos lados.