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Érase una vez... Saltimbocca.


Érase una vez una Cuentista que quiso viajar a otros reinos… así podría conocer otros lugares y personajes.

Eligió un Reino muy antiguo, origen de muchas de las culturas actuales. Roma. Y en Roma conoció la receta que trae hoy. Es una delicia de origen oscuro ya que cuentan las malas lenguas que la saltimbocca era una receta de “hadas de vida alegre” por ser rápida, barata y sabrosa.

Cuando probó el plato comprendió el porqué de su nombre… SALT  IM  BOCCA. Es un salto de sabores dentro de la boca, una explosión.

Nuestra pequeña Cuentista suele hacer pruebas con cada una de las recetas que caen en sus manos, ésta la sacó de un curso de cocina italiana. Las primeras veces que hizo ésta receta no había salvia en el Reino, recorrió los bosques, jardines y granjas de los habitantes y no fue capaz de encontrar la hierba... por lo que hizo la saltimbocca sin ella. Ese contratiempo demostró algo: La salvia es imprescindible.

La carita del Minichef cuando la probó por primera vez con la hojita fue de asombro, sus ojitos se abrieron como platos al notar todos los sabores en la boca… Salt im bocca. Tanto disfrutó con esa cena que la Cuentista decidió comprar una planta de salvia y tenerla siempre a mano. En el balcón está todavía porque se mantiene aguantando perfectamente el frío y hasta las granizadas…

Queda precioso servir la saltimbocca con el palillo y la salvia... pero antes de comer os aconsejo que cada duende retire el palillo y la hoja de salvia porque el aroma y sabor ya está en la carne y la salsa. Si nos comemos la hoja su potencia es demasiado fuerte y enmascara al resto de los ingredientes. A gustos.

De la despensa:
(para cuatro saltos)
4 filetes de ternera.
4 lonchas de jamón.
4 hojas de salvia grandes. (si son pequeñas haced el calculo para poner dos o tres por filete)
½ cucharadita de salvia seca o 1 hoja fresca.
1 diente de ajo.
150 ml. De vino blanco.
Harina (opcional)
Sal y pimienta.

Manos a la obra:
1. Salpimentar los filetes, OJO… POCA SAL.

2. Colocar una loncha de jamón encima de cada filete.

3. Colocar una hoja de salvia encima de cada loncha de jamón.

4. Pinchar todo con un palillo, como si fuera una puntada de costura, para mantenerlo unido.

5. Pasar por harina (este paso es voluntario, podemos no hacerlo) y sacudir para que caiga el exceso.

6. Echar en una sartén dos cucharadas de aceite, cuando esté caliente echar los filetes con la hoja de salvia hacia abajo. Dejarlos 2 minutos por cada lado. Sacar y reservar.

7. Añadir un par de cucharadas más de aceite en la sartén, picar los ajitos y sofreír medio minuto, añadir la salvia seca o la hoja de salvia fresca muy picada, dar un par de vueltas para que se integren los sabores. Echar el vino blanco y cuando empiece a cocer volver a echar los filetes.

8. Dejar reducir la salsa hasta el punto que nos guste. Servir y comer inmediatamente.


Moraleja: Es importante colocar los filetes con la salvia y el jamón hacia abajo, de ese modo suelta el sabor y la sal desde el primer momento en el aceite. La opción de la harina nos dejará una salsa más ligada y espesa, en el curso de cocina se hacía así, pero en muchas casa romanas se hace sin harina, os dejo las dos opciones para que cada uno se decida por la que prefiera...

Y colorín, colorado... ésta receta se ha acabado.

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